- Ssseñor –dijo el draconiano de la guarida., en brevesss debería empezar a prepararssse.
- ¡Oh, lo del embajador ese! –dijo Derian desperezándose estirando los brazos en un bostezo infinito.
El draconiano marchó y Derian se dijo a si mismo que tal vez tendría que preguntarle su nombre algún día. Como de costumbre, se introdujo en sus ropas y fue a salir por la puerta. No más hacerlo, se encontró con un cuchillo en su cuello. La estaba malcriando permitiéndole esas cosas, pero ella se negaría a seguir órdenes estrictas sabiendo la debilidad que él por ella sentía. Niña rebelde…
- Buenos días recién entrada la noche –se adelantó Derian-.
- La ratita salió de su escon… ¡Eh, eh! ¿Estás tonto? ¿Qué haces?
Derian había empezado a andar para ir a comer algo y no le importó hacerse un corte largo en el cuello. Phrinne, sin comprender, retiró rápidamente el cuchillo del cuello al herirle.
- ¿Estás bien? –dijo ella siguiéndole- De la cabeza y eso…
- Es una suerte que el susodicho embajador llegue de noche, –dijo ignorando lo que Phrinne decía. El corte de su cuello era poco profundo pero sangraba- los vampiros no podéis exponeros a la luz del sol, ¿verdad?
- Claaaro, y nos repelen el ajo y los crucifijos, y necesitamos ser invitados para entrar en una casa… ¿Te crees todos los tópicos que oyes?
- Sabiendo los tópicos sobre los hombres lobo, no. Es absurdo eso que dicen de la plata.
- De todas formas lo del sol es cierto.
- Bueno, a mi tampoco me gusta, aunque no me sea una amenaza… ¿Y la comida? ¿Tenéis una dieta variada o sólo bebéis sangre?
- Solamente sangre, pero podemos aguantar varios días sin ello. De todas formas piensa que no todo el mundo tiene un sabor igual. Hay gente con una sangre exquisita y otros que aceptas en el caso de que morir sea la alternativa.
- ¿Quieres? –dijo Derian señalándose el corte del cuello-.
Phrinne le miró a los ojos y se le acercó. Pasó la lengua lentamente para saborear su herida y bebió un poco de su sangre rozándole el cuello con los colmillos. Esa sangre era… era sabor puro, emanaba poder. Tanto que…
- ¡Eh! –dijo Derian empujándola a un lado- ¡Sin morder!
- Es que una se deja llevar por el instinto –dijo sonriendo-.
Phrinne se limpió una gota roja que bajaba desde sus labios en dirección a su barbilla. Sabía que siempre había podido controlarse cuanto quería, pero con él… ¡Qué sangre tan maravillosa!
Mientras Derian comía algo, Phrinne se fijó en que además de buen estómago contaba con una regeneración impresionante. Las heridas recién hechas en su cuello ya habían cicatrizado. Ahora apenas había una marca rosada que iba normalizando su color por momentos.
No mucho más tarde salieron ellos dos bien armados junto con otros cuatro afiliados. Aunque se hubiesen bastado Derian y Phrinne para acabar con la escolta, dejó que se les unieran compañeros ociosos. Tendrían alrededor de una hora para preparar una buena emboscada.
Llegados al camino del bosque, empezaron a prepararse. Derian estaba inquieto sin saber por qué, algo no le daba buena espina. Pensó que a lo mejor era la idea de poner a Phrinne en peligro. Empezaba a obsesionarse, pensó que tarde o temprano le pasaría factura.
- ¡Vienen! ¡Escondeos! –dijo uno de los asesinos no protagonistas de relleno.
Todos se ocultaron en los árboles. Venía una carroza tirada por caballos con apenas ocho guardias. Una pequeña cortina tapaba la ventana y evitaba que se viese a aquel gobernador ahí sentado.
- ¿Qué pasa, tienes miedo? –dijo Phrinne al ver a Derian temblando.
- Silencio.
- Era un comentario jocoso…
Derian vibraba de tensión. Generalmente le pasaba en los momentos de máximo peligro, en los que tenía que tener su instinto y percepción en situación óptima. Sin embargo aquella no era una situación complicada.
Phrinne le enseñó un puñal. Derian asintió pero le hizo gesto con la mano para que aguardase. Estando bien posicionado el vehículo, le dio la señal. Al momento, Phrinne lanzó el arma en dirección a la carroza. El puñal atravesó la cortina y se clavó dentro del habitáculo. El ruido fue seco, no había nadie ahí dentro. Los guardias empezaron a moverse buscando a los enemigos y se oyó un grito de ataque. Derian se dio la vuelta y vio como una lluvia de flechas venía donde ellos. Aparecieron unos cincuenta soldados que no habían visto. En la oleada de saetas murieron dos de los compañeros y otro fue herido en la pierna. Esa emboscada podría cobrarse la vida de todos. Phrinne, que para no ser alcanzada había tenido que bajar del árbol, se encontraba ahora peleando con varios guardias. Derian pegó un salto para alcanzarla y pelear a muerte por ella. Mató varios soldados y Phrinne tampoco se defendía mal, pero una red le alcanzó y del tirón perdió el arma.
- ¡Derian! –gritó ella viéndose arrastrada.
Derian se encontraba medio transformado por la ira. Intentó abrirse paso entre soldados pero recibió un flechazo que lo mandó al suelo. Volvió a levantarse rugiendo para intentar seguirla pero una espada le atravesó el estómago. Miró el metal atravesado en sus tripas y lo vio desaparecer en su interior al recuperarlo su dueño. Volvió a dirigir su mirada a esa indefensa vampiresa. Se la llevaban…
- Phrinne…
The Blind