miércoles, 21 de enero de 2009

El Fuego del Alquimista:



La Alquimia era la única actividad que ocupaba su tiempo y sus grandes dotes, el único oficio que era digno de su habilidad y de sus cualidades, tanto físicas como mentales, por lo que pasaba todo el día encerrada en sus aposentos, los sótanos de una ruinosa casa de las afueras del recinto amurallado, una hermosa mansión gótica con aires decadentes.

Una única gota transparente, brillante y hermosa como un pequeño diamante líquido y valiosamente preciada, se escurrió en el interior de la copa de nívea plata e incrustaciones de rubíes que descansaba sobre la única mesa del diminuto cuarto, procedente de uno de los numerosos alambiques que allí había.

Ella saltó con avidez sobre la joya en forma de copa; su cabello de fuego ardiente refulgió en la penetrante oscuridad, que unas pocas velas de llama titilante apenas conseguían arrinconar en las esquinas. Sus ojos albinos, una mezcla entre el rosa y el violeta brillante, destellaron en una miríada de reflejos irisados al ser rozados por la luz del recipiente plateado. Sus dedos pálidos como el más puro alabastro acariciaron el metal y recorrieron todas las facetas y llagas de los diamantes de sangre, lengua se deslizó sobre sus labios rojos y carnosos, perfectamente dibujados en un rostro altivo y blanco.

Hundió los dedos en el líquido transparente, que apenas llenaba un cuarto de la copa, y un desagradable siseo reverberó en las desnudas paredes de la habitación. Se lamió la mano sangrante y en carne viva, y el fluido se escurrió por su gargante de forma deliciosa, tibio y espeso, como a ella le gustaba.

Afuera, entre las sombras del pequeño salón que hacía las veces de recibidor, la esperaba él, y no dudaba de que aquélla iba a ser su bebida favorita, al menos desde el momento en que la probase. Sonrió para sí y salió de la habitación, a su encuentro.



Sus ojos ambarinos destellaron salvajemente en la penumbra, y eso lo delató: inmediatamente supo ella dónde se ocultaba.

La muchacha dejó caer los pesados ropones que cubrían su cuerpo, y la luz de las velas se reflejó en su piel marmórea. En ese mismo instante, la sangre fluyó tibia por entre sus muslos, y, con toda la naturalidad del mundo, llenó la copa hasta que por fin el espeso líquido rozó el borde del recipiente.

Se acercó al joven que la esperaba, y le tendió la copa rebosante, posando el frío metal sobre sus labios entreabiertos con una sonrisa lujuriosa. Él bebió con rapidez, tragando el brebaje, mientras la amante se inclinaba sobre su rostro y le cubría de caricias la piel.

El beso final fue apasionado, con el toque metálico de la sangre. La garganta le ardía mientras el líquido brillante y mortal que le había ofrecido ella le llegaba al estómago.
Estalló de dolor cuando el Infierno se desató en sus entrañas.

Pero tenía un sabor tan dulce... y ella era tan hermosa...



Lady Nerón

5 comentarios:

  1. Vaya, siento haber tardado tanto en actualizar (el instituto y los exámenes pueden llegar a ser mortales, joder), pero for he conseguido escribir algo un poco decente.
    Gracias a 1lisiado por la idea y las amenazas :-P

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  2. Moola :D
    Pasa que la sangre de entre sus muslos más que lujurioso lo veo asqueroso.
    joe pero está muy bien escrito e incluso hay palabras que no las había oido mencionar.
    Me ha gustado
    Yaw!

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  3. Jaja... mmm, cosas que tiene la Alquimia, que es un poquillo asquerosa de vez en cuando.
    Se hace lo que se puede, encantada de que te haya gustado.

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  4. "...penetrante oscuridad, que unas pocas velas de llama titilante apenas conseguían arrinconar en las esquinas."
    Eso en concreto me ha hecho gracia.
    Yo ando ya pensando el IV capítulo de Derian. Quizás lo acabe este fin de semana...

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  5. guay!!
    ma gustado, pero stoy de akuerdo en k lo d la sangre es bastante askeroso.. brrr
    por lo dmas, gnial!
    y la imagen bien elegida
    :)

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